.1862

El invierno en Sunderland no es fácil de atravesar. La nieve cubre todas las calles y el sol escasea su luz. La costa suele ponerse demasiado húmeda y, contrariamente a lo que piensan muchos marinos, en su puerto puede embarcarse con facilidad. Sobre su escollera lateral se encuentran los famosos escudos que rinden honores al príncipe Armando VII, muerto en ese mismo lugar cuando desembarcaba de una gira por el Mar Báltico. Pero esa es otra historia. Un relato muy diferente al que comienza ahora, cuando vemos por primera vez la tía Marit abandonar a Jack en un hotelucho portuario, cuando la vemos, alquilar un cuarto por la noche y a la madrugada partir para no volver nunca más. A veces, los hechos en la vida se suceden de una manera inesperada. Porque esa misma noche, Anselmo, el cuidador del hotel, estaba insomne y escuchó los sollozos del pequeño en la fría habitación. Inmediatamente supo que ese niño iba a ser el “hijo” que siempre había deseado y que la vida le había negado.

Comentarios

Entradas populares