Diario de un Gil. 5 de febrero
Lloro, como un niño, ya no sé con quién hablar, menos mal que estás vos, cuaderno (aunque no te doy la bola que haría falta). Mis amigos me escuchan pero yo sé que realmente no les interesa lo que les estoy diciendo. Con Gaby ni me atrevo a hacer contacto. Me estoy quedando sin plata. Ya no le puedo pedir nada a nadie. Lo que más bronca me da es que tengo 35 y no aprendí nada, no aprendí a aguantarme el pichí. Algo tengo que hacer.
Comentarios
A veces se cansa uno mismo escuchando sus propias palabras desalentadas, menos bienvenido aun se siente el lamento en oidos ajenos, aunque sean oidos "amigos"... y se termina uno enmudeciendo.