A un millón de likes de casa

2 de enero

Hoy comienza el año, para mi y para todo el mundo también. A pesar de que me parece una gilada eso de “año nuevo vida nueva”, este año, le voy a hacer caso. Y la muestra más fehaciente de eso es este cuaderno en el que estoy volcando estos pequeños grafos. Nunca había intentado escribir nada (bah, algunas tristes poesías medio darkosas, medio adolescentes), pero ir llevando la cuenta de mi vida durante un tiempo, me parece genial (¿ves? por ejemplo nunca hubiese usado la palabra “genial” en la vida cotidiana y el hecho de escribirla realmente me parece genial). Hay una sola regla, te digo a vos, cuaderno, y me digo a mí: no engañarse, decir la verdad cruda. Y hoy podemos empezar por escribir lo que nos pasa. La verdad es que no sé si es el cansancio del todo el año, pero no doy más conmigo, estoy cansado de mí, no me puedo relajar, nada me gusta. Ya tengo treinta y cinco años y todo lo que hago tiene un costado amargo y no quiero ser un amargado. Pero es verdad todo en mi vida amenaza con el abismo. El año pasado tuve una historia que me dejó arruinado: Gaby. Obviamente una pendeja y se vuelve a comprobar una vez más el dicho que dice: “Un hombre tiene la edad de la mujer con la que sale” porque hice, cometí y volví a hacer, todas las boludeces que hacía cuando tenía 24. Sí, pero lo que más me molesta es que esto está tapando algo, lo sé. Espero que si me pongo a escribir pueda encontrar algo adentro mío que me despierte, que me haga vivir de nuevo. Aunque no sé bien qué es vivir, porque no encuentro modelos de vida en, por ejemplo, mis amigos: ninguno de ellos tiene una vida que envidiaría. Tampoco en la tele veo nada que me convenza demasiado. Ni siquiera pude ser lo suficientemente egoísta como para tener un hijo y poner toda mi fucking energía ahí. Pobre pibe. Bueno por hoy basta, mucha mierda para empezar el año.