Cada vez que caemos en las garras del deseo del otro, se debe a que nuestros propias ambiciones se ocultan tras un velo de mentira. Pensamos que somos cautivos y que el otro nos manda, nos domina. Pero es mentira y lo sabemos bien. La única forma de estabilizarnos es exorcizando el fantasma del deseo extranjero, enfrentándolo, nunca huyendo, nunca. Amigos: por más que corramos nuestra sombra siempre va adelante.

Comentarios

Entradas populares