Pinche Bitácora

por Juan Pablo Docampo

Moverse a través de las calles de Distrito Federal es una experiencia
aparte. Ya sea caminando, en ómnibus, taxi o metro se podrán observar
particularidades muy llamativas. Si creen por ejemplo que el transito
de Buenos Aires es un caos es obvio que nunca pasaron por esta ciudad.
Por mas que los semáforos son muy coquetos y modernos (el de peatones
muestra una cuenta regresiva en segundos, con el tiempo para cruzar
la calle, acompañado por un simpático hombrecillo verde animado que
nos representa como debemos caminar) al llegar a cada esquina hay que
fijarse muy bien a los 8 o 9 costados de donde pueden venir autos,
para los cuales las señales de transito son un rato objeto
decorativo. Esta plagado de todo tipo de anuncios y publicidades y un
detalle por destacar es la proliferación de tiendas de pelucas,
aunque no pudimos ver en proporcional cantidad a mexicanos usándolas.
Una rareza para nosotros es también un medio de transporte conocido
como "metrobus", que como su nombre bien lo indica es un raro
producto de la mezcla entre un colectivo y un subte. Por afuera se lo
ve como un ómnibus de dos vagones comunicados por un fuelle, y
adentro tiene hasta 3 televisores donde pasan videos, noticias y
publicidades (digamos un infotrans con mucha mas onda). Hasta ahi
suena normal, pero eso es porque no saben que dicho transporte tiene
un carril exclusivo en el centro de la avenida (2 en realidad, uno de
ida y otro de vuelta) y se lo aborda a través de estaciones
alternadas cada 3 cuadras aproximadamente. Para entrar a las
estaciones que también quedan en el centro de la avenida, es
necesario comprar una tarjeta a la que uno va cargando con dinero, y
que sirve para que el molinete nos deje pasar. Este servicio solo
existe en la avenida Insurgentes, que es el equivalente de la avenida
Rivadavia en Bs. As.
A los taxis todavía no los pudimos descifrar del todo. Hasta ahora
hemos podido reconocer tres tipos (que a la vez se dividen en
subtipos) entre los que se encuentran los amarillos, los rojo-
blancos, y los verde-blancos. Estos últimos son los que mas se ven y
que la mayoría son los famosos escarabajos de volkswagen, el cual
tuvimos el agrado de abordar.
Y el metro (o subte) es algo descomunal por completo. Creemos que se
puede llegar al 80 por ciento de la ciudad a través de este medio. Si
el subte de Buenos Aires fuera un choripan, el de acá seria un parrillada completa para 8 personas. Y es entendible, ya que transportan diariamente a 5 millones de personas. Tanto es así, que
en los horarios pico discriminan vagones para mujeres y hombres a fines
de evitar un toqueteo seguro. Nosotros por las dudas no quisimos
comprobarlo. Un detalle a destacar es el de las estaciones, no solo
por su inmensidad, prolijidad y decoración, sino por su sistema de
señaletica conformado por iconos: la estación universidad tiene un
dibujito de la universidad, la estación Zapata tiene un dibujito de
Emiliano Zapata, etc, etc. En total son 175 estaciones, y están mucho
mas distanciadas entre si que las de Baires.
También hay colectivos como los de allá, que acá se llaman peseros
(en referencia a la moneda nacional), pero no tienen nada de
particular excepto que no se sabe bien a donde van ni se diferencia
entre si por líneas o ramales. Son todos del mismo color.
Por ultimo cabe mencionar que aquí los nombres de las calles y
avenidas se repiten al infinito. Puede haber hasta 10 calles del
mismo nombre, de modo que si abordamos un taxi hay que primero
decirle a que colonia (barrio) nos dirigimos y luego el nombre de la
calle. Nosotros nos hicimos de un ejemplar de la "Guia Roji" que es
un primo hermano lejano de la filcar en Bs. As, solo que mucho mas
divertida, ya que para comprenderla es necesario un minucioso
estudio de su fisonomía. Es gracioso ver que no esta claro en los
mapas donde termina la ciudad, es decir, no hay un corte por una
calle o ruta, es mas bien un "degrade".
Para los que ya conocen México sabrán de lo que estamos hablando, y
para los que no, apenas podrán imaginarse lo que realmente es esta
experiencia extraña de cada día.

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